15/12/16

Feliz en mi día

Yo tenía cumpleaños en el patio de casa, bajo la parra de uva chinche con guirnaldas, globos y cotillón de Don Gato y su pandilla. Había cosas ricas para comer y coca cola en botellas pequeñas de vidrio. Un fotógrafo nos dejaba ciegos con el flash pero no decíamos whisky, ya estábamos sonrientes porque sí.
Tenía el pelo cortito por el verano y los vestidos cortitos también. Criollitas, cadena con medallita y una esclava de oro. Unos ojos muy grandes, orejas pequeñas y despegadas.
Venían mis amigos del barrio. Jugábamos y cuando se hacía la noche, los tíos tomaban porrón y sánguches de miga.
El patio tenía un fuentón gigante de esos que había en los patios y siempre estaba colgado mirando la pared. Había calas regadas con el agua jabonosa del lavarropas a tambor. Las calas eran de los muertos, decían, pero para mí eran flores hermosas que olían horrible.
En el medio había un cantero con jazmines, muchas begonias de hojas oscuras y hasta llegamos a tener camalotes cuando se rompió el lavarropas y quedó el tambor intacto. Cualquier cosa era maceta: las latas de aceite cocinero, las ollas que se saltaban o los tachos de pintura.
Un día mi papá me levantó así y me sacaron esa foto. Amo esa foto. Mi papá era re lindo, tenía ojos color aceituna, fumaba Colorados, hasta que un día dejó de fumar y su paquete de cigarrillos quedó a la mitad en una repisita de madera celeste. No los tocó nunca más.
A la foto, la estuve buscando mucho tiempo. Un día, como a quién le aparece una idea genial, se me vino a la cabeza dónde podía estar y fui y la encontré. Me mira con ojos de amor y yo trato de tocar una guirnalda, me estiro y el flash me deja ciega.  

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